Cuando otros nos piden que nos convirtamos en la persona que ellos quisieran que fuéramos, nos están forzando a destruir las personas que realmente somos. Es una sutil forma de crimen… los padres y familiares más cariñosos asesinan con una sonrisa en la cara. JIM MORRISON

lunes, 18 de octubre de 2010

Si tu sonrisa de caramelo fuera el mismo infierno.

Si tu sonrisa de caramelo fuera el mismoinfierno, pecaría apropósito para que Dios me castigue mandándome al inframundo de tus labios, que me provocan más que las tentaciones del diablo. Me gustaría besarte y quemarme en el fuego de tu boca.

4:58 AM.


4:58 AM. En la oscuridad de mi habitación, la luz que despide el monitor de mi PC me ilumina. Me gustaría no tener esta, pues es la luz tuya la que cesecito para terminar
de escribirte esto. Filio sigue con tanto amor pensándola a ella y yo pensándote a ti. M.P.J.

Tu cara como la noche

Eres coma la noche; oscura, fresca y sensual. La luna y las estrellas brillan en su cara que me invitan a navegar como tu mirada me invita a nadar entre las olas de tus pestañas, y tu sonrisa alegre como una fiesta, ilumina tu rostro como aquellas estrellas a la noche. Las flores nocturnas se abren como dulces diminutos sobre la hierba generosa, e igual de generosa endulzas el corazón de este trasnochado cuando ve y siente rozar en mi rostro la textura y el relieve de tu boca aterciopelada de caramelos.

Imagen: madamesouza.wordpress.com

Haz lo que desees


Sin bajar mi autoestima y sin devaluar mi amor propio, te confieso que puedes hacer conmigo lo que sea. Aliméntate de mi, se canalla si lo quiere y haz lo que desees mientras tu seas parte de mi y yo de tu corazón.

jueves, 8 de abril de 2010

Sólo para cinéfilos (Cómo ver más allá de las películas) Richard Kelly

Lo que el lector tiene en sus manos no es una guía de uso, no se trata de un manual con las películas más taquilleras de la historia o las que más nos han hecho reír, ni siquiera trata de imponer una determinada estética. No, no se trata de eso. Es lago más. Este libro es un cuaderno de bitácora alegre, vital y humorístico, que habla de la fascinación por el cine.

Y para trasmitir esa fascinación por el cine nadie mejor que sus propios creadores, autores de este libro, una nomina que incluye nombres tan prestigiosos como los de Mike Figgis, Steven Soderbergh, los hermanos Coen o el autor teatral David Hare, conocidos directores de festivales cinematográficos.

Todos tenemos nuestras películas favoritas y nos declaramos seguidores de estrellas, directores o géneros, llegando al supuesto de mitificarlos en ocasiones. Ahora, de las profundidades de la aflicción por el cine, surge este libro como un menaje al cine y a los que aman al cine.

En sus paginas figuran una profusión de listas de películas que ofrece respuesta a algunas de las grandes preguntas de la historia del cine ¿Son siempre buenas las películas galardonadas con los Oscars? ¿Cuál es le momento más triste en la historia del cine? ¿Cuál es la escena de sexo más convincente? ¿El mejor final? ¿El más inteligente giro argumental? ¿El asesinato más espantoso? ¿Cómo pueden compararse las tres películas de El señor de los anillos con la trilogía Tres colores de Kieslowski? ¿El Withnail de Richard E. Grant es un borracho cinematográfico “muy superior” al de Jimmy Steward en El invisible Harvey? ¿Se ha hablado mal injustamente de Waterworld de Kevin Costner y las interpretaciones de David Bowie? ¿Qué astro cinematográfico luce mejor vestido de mujer? ¿Dónde te sorprendió encontrarte con una cabeza cortada? ¿Y cómo hacer una gran película sin cámara cinematográfica?

Ningún amante del cine dejará este libro a medias. Pero, atención, puede desencadenar discusiones sin final…


miércoles, 31 de marzo de 2010

2da Antología Z de relatos de zombis

La editorial Dolmen, tras el éxito de participación en la anterior convocatoria se complace en presentar las bases para la segunda convocatoria:


1º.- El relato debe encuadrarse dentro de la temática zombi; con una extensión mínima de un folio y sin un máxi
mo predefinido, en formato Doc., mecanografiados en Times New Roman 12 puntos, a interlineado simple.

2º.- Se podrá presentar tantos relatos por autor como se quiera.

3º.- Los relatos deberán estar escritos en castellano, ser inéditos y originales.

4º.- Los trabajos se enviarán por correo electrónico a zombis@dolmeneditorial.com, indicando en el asunto: Segunda convocatoria de relatos Dolmen

5º.- Los relatos se entregarán indicando el título en el encabezado y firmados con seudónimo. En el cuerpo del mensaje se incluirá el nombre y apellidos del escritor, así como la forma de contacto.

6º.- El plazo de recepción de relatos finaliza el 31 de mayo de 2010 a las 24:00h. Esta fecha puede ser ampliada.

7º.- Los títulos de los relatos finalistas se publicarán en la web www.archivoszombies.com el 1 de julio de 2010. Esta fecha puede sufrir alguna modificación.

8º.- El encargado de seleccionar los relatos será el director de la línea Z de Dolmen.

9º.- La participación en el certamen implica la aceptación de estas bases.


lunes, 8 de febrero de 2010

La Chaqueta Negra (2003)

por Pedro Liberato.


La calle estaba mojada y resbaladiza. La oscura noche era lluviosa y fría como la sangre de un asesino a sueldo. Ese era el ambiente que reinaba la noche. Cuando pasó el suceso que les pienso relatar. Les advierto que mi historia no está escrita con la gracia y el ingenio con que la escribirían Stephenie Meyer o P.D. James, pues escribir no es mi fuerte, no es lo mío, pero aun así haré lo posible para que puedan sentir y palpar lo que sentí a cada paso que di en el desarrollo de esta historia.
Antes de arrancar definitivamente con el relato me gustaría hablar un poco sobre mí. ¡No se preocupen! es algo muy breve para que ustedes lectores se familiaricen un poco conmigo, pues como habrán advertido seguramente, soy la protagonista principal de este cuento. Yo, Minerva Olivares soy una joven e independiente mujer de negocios, licenciada y con una maestría en administración de empresas que en poco tiempo había ganado una buena cantidad de dinero en unos negocios que me salieron a la perfección. Soy soltera y hace tiempo que no hablo con mis padres. Se que no es mucho lo que he hablado sobre mi persona como para que se hagan un perfil exacto de cómo soy, pero es porque lo demás es fundamenta para darle más color a lo que ya y sin más preámbulos les contaré.

El pasado viernes había salido de una intensa reunión que había tenido con unos ejecutivos de una compañía de transporte con los que tengo negocios, pues también soy dueña de unos camiones de carga entre otras cosas allegadas al mundo de la importación y exportación terrestre. Luego de haber concluido la reunión con los ejecutivos, pasé muy animada a tomarme unas cervezas con mi antigua compañera de la universidad, a quien fallidamente he tratado de conquistar desde que la conocí en una de esas calurosas tardes de verano. Sí, soy lesbiana. ¿Ya comencé a sorprenderlos y a interesarlos en esta narración? ¿Ya comencé a darle un poco de color a esta historia? Eso espero.
Antes que nada permitan que les hable un poco de mi amiga. Su nombre es Elena y tiene los ojos más bellos que he visto, un buen par de ojos que iluminan todo cuanto está a su paso. Sus cejas reflejan la pasividad de sus pensamientos mientras que el movimiento de su negro pelo y la carnosidad de sus labios, invitan a la picardía que reina dentro de mí a estrechar mi boca con la suya. Elena es una mujer muy inteligente, dotada de una hermosa piel dorada y un amplio sentido del humor que completa la maravillosa personalidad que posee. Lastima que no compartía la misma preferencia sexual que yo.
Estábamos en Bar Nostalgia escuchando la fabulosa música que ponían en el local mientras tomábamos las Presidentes de costumbres. Elena me exponía su resolución final sobre un libro que había leído que decía que la constante estupidez del ser humano era un pecado en contra de la inteligencia y que la misma debería de doler. Muy interesada escuché todo lo que tenía que decir mi compañera. Le encontré mucha lógica a lo que expuso, pues si la estupidez fuera dolorosa, la gente no cometería tantas equivocaciones irremediables. Recuerdo que pensé que si así fuera, ahora mismo el presidente Bush debería de tener una jaqueca del tamaño de Irak. Elena empezó a hablar de un estudiante de medicina que había conocido hacía apenas cuatro días y ya estaba loca por él. Decía maravillas de ese hombre. Que era lindo, atento, esto y aquello y yo muriéndome de celos por escuchar todo lo que me contaba de ese tipo, esperando no conocerlo jamás. Yo sólo quería abrazar a Elena y estrujar sus ricos labios rojos contra los míos en un beso de éxtasis y pasión. Soporté a Elena hablar del tipo (que sin conocerlo ya me estaba cayendo mal) por lo que me pareció una eternidad. Mi compañera al ver la falta de interés que demostré por conocer su historia con el susodicho, cambió la conversación hacia unos temas insulsos donde no aparecieron rastros del estudiante de medicina.
Nos tomamos un par más de cervezas (teníamos doce pequeñas, seis cada una en el buche) y luego decidimos irnos a descansar, pues la mañana siguiente sería un día de trabajo muy pesado.
Mi carro, un BMW 318ti de color blanco, estaba parqueado más atrás de la Rav4 roja de Elena, en la calle Melancolía. Cuando se despedía entre provocadoras sonrisas, me deseó buenas noches, y yo la abrasé fuertemente cuando estaba entrando la llave para abrir la puerta de su vehiculo. La miré a los ojos, y sin previo aviso la besé en los labios. Sentí una dulce sensación que me recorrió el cuerpo alivianado por las cervezas. El beso fue rápido pero profundo. Logré meter la punta de mi lengua entre su delicada boca y pude sentir la humedad de la suya. Rápidamente, exaltada, se alejó de mí dando un salto atrás. Me miró indignada y su exquisita boca se arrugó de asco, luego se pasó el dorso de una mano por la boca para limpiar y borrar lo que yo, canallamente, la había más que posado. ¡Lo se! Abusé de su confianza y ustedes pensaran que me sentí bien porque creo que valió la pena, pero la verdad no es así, no valió la pena hacerle eso a mi amiga. En realidad sentí como el corazón me resbaló por el pecho hasta caer a la calle salpicando mis pies de rojo. Mi amiga me miró a los ojos y en su mirada me reprochaba con furia por lo que se me ocurrió hacerle. No me dejó (o no pude) articular palabra alguna de disculpa, y se montó en su vehiculo marchándose. Me quedé parada en la calle, viéndola marcharse hasta que su carro se perdió al doblar la esquina.
Caminé acongojada y muy avergonzada hacia mi carro, deseando que me tragara la tierra por la vergüenza que sentía. ¿Dejaría Elena de hablar conmigo y no ser más mi entrañable amiga? Espero que no porque moriría si así fuera. Llegué al vehiculo y sentí una brisa fría que me recorrió las piernas. El cielo nocturno presagiaba lluvia. Varios relámpagos parpadearon sobre las grises nubes que cubrían la gran bóveda negra. Abrí la puerta y subí al BMW, puse en marcha el motor y abandoné el lugar rumbo a casa.

La autopista de San Isidro estaba casi desierta y las nubes escupían el agua como si al cielo le repugnara en el estomago. La versión en español de Whine Up de Kat de Luna sonaba desde el reproductor de mp3 del carro. La lluvia arreciaba más a cada momento, lentamente pero con poder. Las cervezas que había tomado estaban cumpliendo su propósito. El día había sido difícil y ajetreado, y mi estupidez con Elena no lo hacia más fácil. Estaba cansada. Cada vez era más difícil ver el camino y el parabrisas captaba muy poco del entorno que me rodeaba. Puse la luz alta para poder ver mejor la autopista mientras estaba aletargada en mis pensamientos. No dejaba de pensar en lo sucedido con mi Elena, ese pensamiento me dio vueltas en la cabeza. Women seem wicked when you’re unwanted; streets are uneven when you’re down. Inconcientemente poco a poco empujaba el pedal del acelerador, haciendo que le motor alcanzara los 120 Km./h. dejé un minibús muy atrás. La maquina rugía cual estomago hambriento por la autopista, no me percaté de la difusa figura que se atravesó en la calle. Al verla frené de golpe haciendo que el carro se barriera, dándome un susto de muerte. Mi corazón palpitó a toda capacidad y pensé que lo vomitaría. Nerviosa, mire por la ventanilla y divise lo que parecía una persona ya a la otra orilla de la autopista. Era una joven de pelo largo que seguía caminando a paso lento, dejándose mojar de la lluvia. Vestía una blusita azul claro y una falda corta de color blanco, su pelo era muy largo. Pensé que estaba loca para caminar así por la calle. Me serené un poco y apliqué la reversa para detenerme mejor, ya que el carro había quedado atravesado medio a medio en la desierta (por suerte) autopista de San Isidro. Anoche fue terrible. No me gustaría estar sola y a pie por estos rumbos, pensé.
—¡Oye! Pero que susto me diste allá atrás —le dije a la empapada muchacha cuando se acercó al carro. —¿Qué tu haces en medio de la calle, no te das cuenta lo peligroso que es? ¿Qué con esta lluvia fácilmente no te puedan ver y matarte como a un perro? La muchacha asintió lentamente con la cabeza, y pude fijarme en la mirada asustada de sus ojos cuando un relámpago alumbró su rostro. Me dio pena y le indiqué que diera la vuelta por el lado del pasajero. Varios carros pasaron rápido por nuestra vera.
—Voy para Brisa Oriental. ¿Hacia donde vas tú? ¿Quieres que te deje en algún sitio? —le pregunté mientras sin contestarme abrió la puerta del carro, inmediatamente quité el seguro.
—Voy a casa de mi mamá. —me contestó. Se sentó en el asiento a mi lado y serró suavemente la puerta. Tiré de la palanca y puse el vehiculo en marcha alejándonos del lugar.
—Abróchate el cinturón que para sustos está bueno por esta noche —le dije con fragancia de broma pero ella no dijo nada, sólo se limitó a amarrarse el cinturón de seguridad con la mirada fija en la carretera, como si quisiera ver algo más que la lluvia. Le pregunté cual era su nombre.
—Me llamo Jeannette.
—¿Por qué tu cruzas así la calle? Tienes que tener pendiente que esta autopista es peligrosa. Tú sabes como manejan los chóferes de aquí. Y no solamente la autopista es peligrosa, también te pueden atracar, los tigueres no relajan. La calle está fuerte. ¿Qué necesidad tienes tú de salir a mojarte así y de noche? —le pregunté y la mire sentada, encogida en el asiento temblando de frío y me dio pena, me conmovió su estado. Apagué el aire.
Mientras esperaba a que cambiara el semáforo, recordé que en asiento de atrás tenía una chaqueta de cuero negro que le había comprado a mi hermano menor en un reciente viaje a Boston, chaqueta que aun no le había podido entregar porque él estaba fuera de la ciudad. Mí hermano es loco con esas chaquetas estilo rockero. Cuando le conté que la había comprado una, saltó de alegría. Estiré una mano hacia el asiento trasero y agarré la prenda, que por cierto era costosa. La saqué del empaque y se la pasé a Jeannette que tenía el frío entre los huesos. Jeannette quien despedía un ligero olor a flores frescas, desenredó sus brazos de entre su pecho tomando la chaqueta y pude ver la firmeza de sus senos y sus pezones activados por el frío. Vi sus blancas piernas que el corto vestido me permitió ver y me pregunté que tan suaves serian. El semáforo cambió a verde, puse el carro nuevamente en marcha mientras Jeannette me miraba. ¿Se habría dado cuenta de la forma en como miré sus pechos? Sentí vergüenza y miré por el retrovisor para disimular. No quería escuchar la radio y la apagué. Conduje por un tramo más poblado de la utopista mientras nos tragaba el silencio, decidí romper el hielo.
—Vas a alguna universidad.
Jeannette no me respondió y siguió mirando hacia el frente, escrutando la lluvia.
—Seguro que tienes un novio espectacular. ¿Cómo se llama?
Jeannette no me respondió, pero me miró a los ojos y sentí una energía que me recorrió el cuerpo y terminé de sentirla en el vientre.
—¿Me deseas? —me preguntó con mirada de niña traviesa.
—¿Qué dijiste? —le pregunté sabiendo perfectamente lo que me había preguntado.
—Me he dado cuenta de cómo me observas, de cómo miras mis pechos. ¿Deseas tocarlos?
Una ola de nerviosismo hizo dibujar una sonrisa en mi rostro. Resuelta, tomó tiernamente mi mano entre las suyas y las llevó hasta sus pechos. Lentamente estrujaba mi mano en sus suaves y firmes senos. Sentí sus exquisitos pezones mientras se acercaba a mí. Besó mi cuello y metió su fría pero suave mano entre mi blusa, acariciando mis pechos. Yo la quería detener, pero algo me impedía moverme para hacer algo al respecto, me gustaba mucho y no podía detenerla. Luego bajó su mano hasta mis piernas y las acarició suavemente introduciendo la mano entre la falda. Me acariciaba el sexo. Sentí su lengua rozar mi cuello y me estremecí de placer, su olor a flores me excitaba mucho más. Su mano seguía bajo mi falda, hurgando y acariciando con sus hábiles dedos mis partes intimas. Aparque el carro a u lado de la autopista y abracé a Jeannette y la besé en sus labios delicados. Sentí su lengua entrar en mi boca. Cada vez frotaba con más fuerza y esmero en las comisuras de mi húmeda vagina.
Seguía lloviendo a raudales y nosotras en lo nuestro, a un lado de la carretera. Me recosté en el sillón de piel que había recostado hacia atrás, mientras que Jeannette acomodaba su hermosa cara entre mis piernas, luego de haberme bajado la ropa interior. Su vivaz y fría lengua tocó mi aterciopelado sexo, haciéndome estremecer de gozo. Mis piernas temblaron, subí al cielo y conocí la gloria del infinito, luego me vine entre excitantes gemidos de placer. Jeannette era una experta en hacer que una se viniera y yo había vivido la experiencia de la mejor manera.
—Eres muy preciosa Minerva, me gustaría pasar más tiempo contigo pero me tengo que ir a casa –me dijo al oído mientras respiró su fresco aliento en mi cuello.
—¿Por qué no vienes a mi casa y te cambias era ropa húmeda? Te puede dar gripe. —le dije al tiempo en que besaba su boca de miel.
—¡No! tengo que ir a casa, los míos me esperan.
Me ofrecí llevarla a su casa, pero en realidad me hubiera querido de fuéramos a la mía y poder tenerla en mi cama, abrazar su blanco y bello cuerpo y acariciar su pelo. Puse el carro en marcha. Al poco tiempo llegamos a casa de Jeannette según sus indicaciones. Por la apariencia, me fijé que la casa era muy acogedora y espaciosa, tenía un jardín lleno de flores que se elevaban por encima de una verja.
—Bueno, aquí es —me dijo y procedió a abrir la puerta y salir del vehículo a la negra y lluviosa noche.
—Fue un placer conocerte, espero verte otra vez.
—Verte otra vez es algo que me gustaría mucho. —le dije a la hermosa muchacha.
Intercambiamos miradas y nos dimos cuenta al mismo tiempo de que ninguna de las dos queríamos separarnos la una de la otra. Al final, un relámpago nos avisó de que había terminado nuestro tiempo y ya era hora de partir. Un beso en la boca y nos despedimos. Su aroma a flores me acompañó todo el camino como si me cuidara en la oscuridad de la noche. Al llegar a la casa, la lluvia había cedido y yo no dejaba de pensar en la erótica experiencia que acababa de vivir, sentía que me podía enamorar de esa picara chiquilla.

A la mañana siguiente hice una llamada telefónica a Elena para pedirle mil disculpas por mi comportamiento de la noche anterior. Le prometí que nunca más volvería a hacer algo como eso. Su voz sonaba fría por el auricular del teléfono. Luego de siete minutos de conversación me dijo que estaba esperando una llamada de su amigo (el estudiante de medicina). Eso me dolió.
Salí de mi casa camino al trabajo, sentada frente al volante, recordé como Jeannette me había hecho el amor con su lengua. Recordé como me estremecí de placer y de como me había olvidado de la chaqueta que le había prestado y no me devolvió cuando bajó del carro. Doblé en U en la siguiente esquina y me encaminé a la casa de Jeannette. Tenía que recuperarla pues ya le había dicho a mi hermanito que la tenía conmigo y que se la entregaría esta tarde cuando nos reuniéramos a almorzar. De paso, también podía verla a ella. No tuve problemas en encontrar la casa, pues ya conocía la zona. Toqué el timbre mientras miraba las flores del ordenado jardín, alguien abrió la puerta.
—Buenos días ¿en que le podemos servir?
La persona que abrió la puerta era una mujer de avanzada edad, la madre de Jeannette de seguro, pues su parecido era espectacular.
—Buenos días y disculpe por lo temprano de mi visita señora, estoy buscando a Jeannette, es de parte de una amiga.
—¿Jeannette? Preguntó la señora como y el nombre le fuera ajeno y me miró incrédula de arriba a bajo.
¿Eras amiga de mi hija? Y no sabias por lo que veo. Lamento decirte que Jeannette murió hace tres años en un accidente. Anoche mismo se cumplió el tercer año de su muerte.
Al escuchar estas palabras me puse nerviosa y sentí que el corazón quería salir de mi pecho, casi no me salía el habla, dejé caer el bolso al suelo.
—¿Cómo que muerta? Anoche mismo la traje hasta aquí en mi carro —y apunté con el dedo hacia el punto donde ella se había detenido cuando bajó del vehículo. —Aquí debe de haber una equivocación. —le contesté a puras penas porque me entró tal nerviosismo que casi no me salía el habla. Me sentí mareada y todo a mí alrededor comenzó a dar vueltas y perdí el conocimiento.
Cuando desperté, una pareja de ancianos me observaba con la preocupación marcada en sus rostros poblados de hondas arrugas. La señora que me había abierto la puerta estaba de pie sobre mí, mirándome con un vaso de agua entres las manos ensortijadas. Me ofreció en cilindro y su contenido mientras me incorporaba, medio mareada, del mueble donde estaba recostada. A su lado, el señor cano y marcado por el tiempo me miraba con una mirada intrigada y dura. La mujer le sonrió condescendiente y él se relajó. Me miró nuevamente y está vez fue una mirada resignada.
—Yo soy Reina América y éste es Francis, mi esposo y padre de Jeannette. —me dijo la señora con una voz que sólo una madre podría entonar. Tomé del vaso con agua y me repuse un poco, no dejaba de admirar el parentesco de Jeannette con la señora. Francis comenzó a hablar y su voz me llegaba como si fuera el eco de una voz que viniera desde otro lugar. Me contó una historia que me nublaba los sentidos y amenazaba con enviarme nuevamente al desmayo. Los labios del viejo no dejaban de moverse y parecía como si se movieran en cámara lenta y no a la velocidad con que me llegaba al oído el sonido de sus palabras. Sus ojos se agrandaban sólo para empequeñecer tristes y empañados.
Hacía tres años que Jeannette y un grupo de amigos regresaban de un viaje a Cabarette, Puerto Plata, cuando un camión de carga golpeó el carro en el que venían. Los especialistas dijeron que la muerte de los demás jóvenes fue rápida, casi instantáneas, pero la agónica muerte de Jeannette fue muy lenta y dolorosa. Su padre me contó que para estas fechas hay gente que asegura ver a Jeannette en las inmediaciones de la autopista de San Isidro, donde había sucedido en fatídico accidente. Tanto Reina como Francis, nunca creyeron las historias que la gente traía al vecindario pero esta vez yo había sembrado algo de duda en ellos. Yo no podía creer lo que estaba pasando, no concebía que fuera verdad y sus padres decidieron llevarme al cementerio para ver la tumba de quien por una noche fue mi amante.
De camino al campo santo les relaté una versión adulterada de como encontré a Jeannette y como la traje a casa (adulterada porque no podía contar la parte de los besos y las caricias) también del olor a rosas que despedía su presencia.
Llegamos al cementerio y caminamos entre tumbas carcomidas por el descuido de familiares desatentos. El laberinto de lapidas parecía infinito, mi corazón retumbaba en el pecho y las nauseas llegaron con un temblor que agitó mi cuerpo al ver la lapida que tenía inscrita con letras apretujadas:

Jeannette América Navarro
(1977-2000)

Me puse nerviosa y las lágrimas resbalaron por mis mejillas cuando reconocí la chaqueta que le había comprado a mi hermano, colgada sobre la cruz de cemento como si intentara aplacarle el frío de la sepultura. En el aire, sobre el leve olor a podredumbre que habitan en los cementerios, se pudo percibir un tímido olor a rosas.

Basado en una leyenda urbana, 2003.

viernes, 29 de enero de 2010

The Walking Dead

Recientemente estoy leyendo la serie The Walking Dead, un cómic creado y escrito por Robert Kirkman en el 2003 y que hasta ahora sigue su tirada que va por más de 69 números. Publicado por Image Comics, The Walking Dead es un titulo para lectores adultos que narra las penurias de un buen grupo de los sobrevivientes del Apocalipsis zombi que a destruido al mundo.

Entre los sobrevivientes y como personaje principal tenemos a Rick Grimes, un agente de la policía quien tras ser herido en el cumplimiento del deber despierta de un coma en un hospital desolado y lleno de muertos vivientes. Confuso y sin saber nada de lo que pasa, escapa del lugar a su casa encontrando en ella a dos sobrevivientes desconocidos (Morgan Jones y su pequeño hijo Duane), quienes les explican a Rick que el mundo está hecho mierda y que la gente se ha convertido en "esas cosas". El policía decide viajar a la cuidad de Atlanta a buscar a su esposa e hijo, y descubre que la tierra verdaderamente se ha convertido en el infierno.

Así inicia la historia de Rick Grimes y un grupo de sobrevivientes entrañables, buena gente a la que le tomas cariño y mucho afecto por ser unos personajes muy diversos, creibles, los mejores elaborados, pero que lamentablemente iras perdiendo a manos de los zombis y las tragedias de la vida, porque más que un cómic de Terror, The Walking Dead es un drama de sobrevivencia, encuentros, perdidas y desesperanzas, donde los personajes poco a poco van perdiendo su humanidad, en un mundo devastado y peligroso, muchas veces llegando a actuar peor que los zombis que deambulan por toda la tierra, pero que también llegan a ser mejores personas que se unen en contra de los duros golpes de la vida y las carencias, la enfermedad de la intemperie y la risa burlona del irónico destino.

No recuerdo haber leído nunca una historia más genial, horrorosa y a la ves maravillosa en un cómic como esta de Kirkman. Con esa narración y diálogos llenos de sustancia y unas viñetas correctas que enmarcan las ilustraciones a blanco, negro y tinta gris de buenos artistas como Tony Moore quien después de varios números fue sustituido por Charlie Adlard, quien a mantenido una excelente ténica de entintado.

Una curiosidad muy chistosa que puede encontrar en el número 69, perteneciente al mes de enero del 2010, es que después de buscar alimentos en una tienda, Carl, el hijo de Rick le dice a su padre:
—Estoy feliz de estar acá afuera. Seré feliz con un par de twinkies al año. —mientras come el dulce.
—¿Cómo sabes que no hay un montón de esas cosas al lugar donde vamos? —responde su padre con una sonrisa en la cara.
—¡Ah! ¿Crees que sí tendrán? —responde el niño.
Ojo. Si vieron Zombieland, la película de Ruben Fleischer, entenderán el guiño del escritor.

Ya los dejo, me quedan dos entregas de The Walking Dead por leer y ya estoy ansioso por saber que harán Rick y sus amigos con los psicópatas caníbales que secuestraron a Dale.

The Walking Dead creado y escrito por Robert Kirkman. Dibujado y entintado por Tony Moore (del 1 al 6) y Charlie Adlard (del 7 a la actualidad). Publicado por Image Comics desde el 2003.


Puedes descargar todos los números de la serie en español en Zomicz Database.

Soñaba

Soñaba con botas de vaquero,
brazos, sexo y piernas de maniquí
que quitaban de mi boca el caramelo
derrotando sobre el terreno
a mi Goliat como David.

Soñaba con revolucionarios;
Manolo Tavarez, Ernesto Guevara, Jesús Cristo.
Una loca historia que escribí antaño
dibujando en mi diario
caricaturas de mí mismo.

Alcancías vacías, lágrimas,
viejas canciones de perdedores
Bajo gotas de sangre pálida
El flautista sin alma
me regresó los ratones.

Soñaba con las novias de Drácula
Atormentándome a diario en penoso castillo
Con el Diablo frente a una lámpara
mientras Gandy dejaba su causa
por apretar el gatillo.

Soñaba con Rambo, Loki en letargo
de Sabbath ‘el hombre de acero’
Con el Márquez de Sade enjaulado,
enroscado en mi espalda
reduciéndome a cero.

Soñaba con una sonrisa, sin ropa harapienta
y un piersing rebelde en el ojo
Blanca nieves y la cenicienta
Tiñeron mis noches y sueños de rojo.

Aquel tonto que se suicida

¿Crees que me podrás ganar
Rozando tus labios en mi piel
Con aquel juego carnal
Que sólo funcionó ayer?

Hace falta más que tu pasión
Para levantar mi carne viva
En tu cama ya no soy
Aquel tonto que se suicida

No te quiero, no te necesito
Lo digo desde hace tiempo
Te veo luchar contra el cemento del cementerio
lejos de mi corazón

¿Crees que me podrás tener
Reactivando el morbo en mis venas?
¿No ves que ese mantra es el veneno
Que te condena
Y hace que te aleje?

Hará falta más que el espectro de tus caderas
Y el néctar salado de tu entrepierna
Para domar a este vampiro
Que con desprecio te atormenta

A esa tumba fría que ahora es tu cama
Mi reflejo no veras en la mañana
Cuando despiertes y veas que no estoy.

18 junio 07.